PAISAJE DEL ALMA

No hay paisaje más hermoso
que el Beso con pasión
que dos enamorados se dan.

Porque no hay flor
más perfumada que
la que nace del alma
y ofrece la fragancia del Amor

Porque un amor que florece
y demuestra su hermosura
es el principio y fin de lo más bello
que se creó en el universo.

Danabel.

FAVORES

No me pidas nada,

sólo deja que te dé todo.

No me pidas el sol,

sólo deja que te dé mi luz.

No me pidas la luna,

sólo deja que la alcancemos juntos.

No me pidas la noche,

sólo conformate con mis días.

No me pidas que te dé mi vida,

dame la tuya y hagamos de ellas una sola.

No me pidas que me pierda en tu mirar,

sólo deja que tus ojos se envuelvan en los míos.

No me pidas tantas cosas,

sólo deja que esté contigo.

¿SABES SI  ALGUNA VEZ TUS LABIOS ROJOS
QUEMAN INVISIBLE ATMOSFERA ABRASADA?
QUE EL ALMA QUE HABLAR PUEDE CON LOS OJOS
TAMBIEN PUEDE BESAR CON LA MIRADA.

Y porque a veces me decías: "Tú hiciste que la luz fuera visible", y otra vez descubrimos que la muerte se parece al amor en que ambos multiplican cada hora y lugar por una misma ausencia, YO TE RECLAMO AHORA EN NOMBRE DE TU SOL y de tu muerte una sola señal, precísa, inconfundible, fulminante, como el golpe de gracia que parte en dos el muro y descubre un jardín donde somos posibles todavía, APENAS UN INSTANTE, NADA MÁS QUE UN INSTANTE, TÚ Y YO JUNTOS, debajo de aquel árbol, copiados por la brisa de un momento cualquiera de la eteridad.

Olga Orozco.

DESPUES DE LA TORMENTA

Te acercas, suave, dulce
e incitante me abrazas,
como las olas del mar
abrazan sus caracolas.

Desnudas mi alma,
desnudo tu alma
como el frío otoño
desnuda a sus árboles.

Le das a mi corazón
un tinte rojo como el fuego,
temblando de amor,
ferviente pasión.

En tu cuerpo se conjuga
el calor del infierno
y la suavidad de una rosa
roja, punzante de espinas.

Me envuelves, me arrollas
como un orgulloso tornado,
volando juntos hasta el cielo
suspendidos en una nube.

Cuando la tormenta se disipa
el sol. tímido, asoma sus rayos
y descubro que la ternura
es el descanso de la pasíón.

Cecilia Sarmiento